One of the virtues that we most appreciate from the people who follow us on our social networks is the power to take their time to investigate each of the works that we or other photographers publish and to leave a piece of their wisdom to generate a warm reflection on the effect a photo has on viewers.
Barbara Guttman appeared like this in our lives, suddenly – either commenting or sharing her photos, and in a way that cannot go unnoticed, to the point that we expected every day to find photographic surprises behind her work or find her feedback on social media.
We set out to follow her shadow, and after having found the person, we found the photographer, and after having found the artist, we found one of the most pleasant surprises in the instant world that we could have.
If you are not yet familiar with Barbara’s work, her photographic puit is a network of experiments, of psychedelic and rhythmic compositions, visual songs in which she composes with elements common to her surroundings – flowers, palm trees and birds, many birds. Barbara confesses that this love of birds comes from her past interest in paleontology and the evolution of birds: their character, their flight, their feathers, and the variety of species. Her words match her work, and her birds, especially her crows, are just an appetizer to what is coming.
Her work, nearly 40 years in the instant format, began when Barbara (originally from Bridgeport, Connecticut) moved to Miami to study drawing, and knocked the door of many forms of visual art. Engaged in her own personal art at Scan Art with Xerox / Canon machines, she applied for an artistic residency in the Travel Abroad Program at the University of Georgia, where she studied bookbinding and papermaking. From this work and with the support of her professor, her first Polaroid work turned into a book that became part of the university catalog.
Her life became a healthy obsession with the instant format. Expanding her collection of cameras and accessories, finding oddities made by the Polaroid house, and living her career as a photographer intensely, makes Barbara one of the brightest minds in the history of the last century, who lives for and to disseminate photography as a source of wisdom that comes from her eyes and mind.
Barbara is constantly resurrected on our social networks, and from her home in Miami, we invited her to leave her mark on our publication, because the importance of her person deserves that recognition.
Thanks Barbara!
Una de las virtudes que más apreciamos de las personas que nos siguen en nuestras redes sociales, es el poder de tomarse su tiempo para indagar en cada uno de los trabajos que nosotros u otros fotógrafos publican, y de dejarse un trozo de su sabiduría para generar una cálida reflexión sobre el efecto que una foto tiene en los espectadores.
Barbara Guttman apareció así en nuestras vidas, de repente, o bien comentando, o bien compartiendo sus fotos, y en una forma que no puede pasar desapercibida, a tal punto que nosotros esperábamos cada día encontrar sorpresas fotográficas detrás de sus trabajos, o siguiendo su feedback a través de las redes sociales.
Nos pusimos a la tarea de seguirle la sombra, y de encontrar a la persona, encontramos a la fotógrafa, y de encontrar a la artista, encontramos una de las sorpresas en el mundo instantáneo mas gratas que podíamos haber encontrado.
Si no has sido aún familiar al trabajo de Barbara, su foso fotográfico es una red de experimentos, de composiciones psicodélicas y rítmicas, canciones visuales en las que ella compone con elementos comunes a su entorno, flores, palmeras, y aves, muchas aves. Indagando con ella, nos confiesa que ese amor a las aves viene de su pasado interés por la paleontología y la evolución de los pájaros: su carácter, su vuelo, sus plumas y la variedad de especies. Sus palabras hacen juego con su obra, y sus aves, en especial sus cuervos, eran solo un aperitivo a lo que se venía encima.
Su obra, casi 40 años de trabajo en el formato instantáneo, comienza cuando esta fotografa original de Bridgeport, Connecticut, se traslada a Miami para estudiar dibujo, y comenzar a tocar la puerta en muchas formas del arte visual. Involucrada de tal forma en su propio arte personal en Scan Art con máquinas Xerox / Canon, solicitó una residencia artística en el programa Travel Abroad de la Universidad de Georgia, donde estudió encuadernación de libros y fabricación de papel.
De este trabajo y junto al apoyo de su profesor, su primer trabajo en Polaroid se convirtió en un libro que se convirtió en parte del catálogo de la universidad.
Su vida, y puede decirse que luego de eso, se convirtió en una sana obsesión con este formato instantáneo. Ampliar su colección de cámaras y accesorios, encontrar rarezas fabricadas por la casa Polaroid, y de vivir intensamente su carrera como fotógrafa, la convierte en una de las mentes mas brillantes en la historia del siglo pasado que ha vivido por y para divulgar la fotografía como una fuente de sabiduría que proviene de sus ojos y mente.
Barbara resucita constantemente en nuestras redes sociales, y desde su hogar en Miami, la hemos invitado a que deje huella en nuestra publicación, porque la importancia de su persona merece ese reconocimiento.
¡Gracias Barbara!